Una cámara es solo un objeto

La cámara es solo un objeto, un instrumento. Lo importante es quién está tras ella, el ojo que mira a través de ella.

viernes, 20 de junio de 2014

Mutación bajo control

Con un arranque potente para ponernos en situación volvemos a la gran pantalla para ver las desventuras de la patrulla mutante del profesor Xavier. Rescatando los vestigios de la cuestionada Lobezno Inmortal, nos situamos en un futuro posapocalítpico para la raza mutante, donde la sucesión de acciones que han tenido lugar a lo largo de las películas de la franquicia ha desembocado en un amargo genocidio de corte Auschwitzniano. Buen corte de guión al tener en cuenta que toda acción tiene su reacción. Importante saber que este es el motor del guión, la famosa pregunta que todo guionista se hace antes de escribir:

¿Qué vamos a contar en esta película, muchachos?

Manteniendo esto claro, contamos con Brian Singer de nuevo con el ojo tras la cámara, sustituyendo a Matthew Vaughn, quien fue planteado como primer fichaje tras la precuela X-Men: primera generación. Apostando por planos amplios y coloridos nos centramos en una historia sólida que sin colocar efectos especiales sin ton ni son, más bien distribuidos en su justa medida respecto al avance de la historia. Midiendo este aspecto, podemos centrarnos en una historia que da mucho de sí. Planteando la paradoja temporal de Efecto Mariposa,  Hugh Jackman, encarnando a su ya inseparable Lobezno, vuelve atrás en el tiempo para cruzarse con las versiones jóvenes del Profesor X y Magneto unos años más tarde de la aventura que vimos en la película de Vaughn. 

Un Xavier destrozado por la marcha de su "hermanita especial" Mística (personaje muchas veces incomprendido en anteriores películas de la franquicia y visto como un mero peón) con secuelas evidentes que debían surgir a largo plazo. Un buen rescate para el final de la película de Vaughn, que enriquece y ayuda a comprender como la figura de Charles Xavier llegó a ser lo que es. Ese Xavier del pasado (interpretado por un dubitativo James McAvoy) que se distancia del universo mutante ante su incapacidad de mantener su ideologÍa frente a la del joven Magneto (el impenetrable Michael Fassbender), constituye un elemento importante para entender el trasfondo de X-Men.

Un vistazo a ambos personajes para comprender como llegaron a la situación de sus homólogos futuros (una forma sencilla de hilar el guión total con el resto de películas). Nuevamente es la relación entre ambos y su visión del mundo mutante: de la salvedad de diferencias con los humanos o la exaltación de la siguiente escala evolutiva según Darwin. Una buena pincelada para comprender a los dos personajes que luego recogen el intrigante Sir Patrick Stewart y el galante Sir Ian Mckellen. No hay que olvidar que son estos dos mutantes quienes lideran las dos ideologías imperantes en X-Men, y conocerlos más a ellos es la mejor manera de apreciar estas películas y poder valorarlas como buenas o malas dentro del contexto adecuado.

Si bien podemos decir que los efectos especiales del tercer acto pueden resultar algo exagerados (Magneto, el joven, decide presumir y roza el excentricismo) cuando llegamos a la batalla final, bien mirados están colocados en coherencia con la historia. Las escenas de acción bien controladas, tanto a nivel de guión como visual (sin contar esa "pequeña" exageración que Marvel debía colocar de alguna manera), pues mantienen la supuesta ventaja de Los Vigilantes del doctor Bolivar Trask (brillantemente caracterizado y tratado por Tyri..., perdón Peter Dinklage) y sin sobrexageración en cuanto a las batallas. Lo importante viene en los planos medios, lo que contienen. Envuelven el lugar de la acción pero permiten aún seguir la intensidad del momento de decisión final de Mística y las consecuencias que traerá su acto. Un momento expectante, bien escalado y controlado que no degenera para nada el filme, sino que lo enriquece a un nivel más que aceptable.

Una pequeña una licencia subjetiva sobre la película,  un gran acierto por parte de los guionistas. El paso de Lobezno a un segundo plano para luego rescatarlo en los minutos finales compensa completamente mi decepción con Lobezno Inmortal. Llama la atención y deja con el gusanillo para comprobar que irá ocurriendo partir de la próxima película en la que vuelva a aparecer, ya que en X-Men: Apocalypse (en preproducción), no parece haberse confirmado la presencia de Hugh Jackman como personaje principal. No descartemos, sin embargo, que vaya a tener un "cameo" como en primera generación. Esperamos su regreso con impaciencia, ya que deja abiertos nuevos frentes a tratar en futuras películas de franquicia mutante.

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