Una cámara es solo un objeto

La cámara es solo un objeto, un instrumento. Lo importante es quién está tras ella, el ojo que mira a través de ella.

martes, 24 de junio de 2014

Conexión lenta: no se puede ser bueno... a la primera

El verano suele ser una época de vacas flacas para las majors del cine. No lo digo yo, sino las carteleras de estreno que se publican. Película palomiteras que prometen una buena dosis de adrenalina para desconectar el resto del resto del año, con objetivo de sumar recaudación para las apuestas fuertes de los meses fríos antes de los Óscar. Evidentemente hay excepciones que se cuelan y, en caso de encontrarlas, resultan una delicia y disfrute. Si no, siempre nos quedará Internet.

Hablemos de una de esas películas palomiteras: Trascendence. Esta corre a cargo de la Warner Bros Pictures, que junto a Godzilla (que consiguió desbancar hace un mes a Ocho Apellidos Vascos el liderazgo de taquilla) y al próximo estreno de Transformers 4: Age of extinction, es la apuesta palomitera del verano. Todo un despliegue de efectos especiales, marca de la casa Warner, en sus películas, que no iba a ser menos en este caso. Y menos aún cuando el director con el ojo tras la cámara es Wally Pfister,  el inseparable director de fotografía de Christhoper Nolan, que ya venía sorprendiendo con la trilogía de Batman, Origen y el mágnifico The Prestige (El truco final). Los efectos especiales eran obligados, y más con una historia acerca de la investigación de un científico sobre la Inteligencia Artificial y el fenómeno de Trascendencia.

La película venía anunciada con un poco más de acción de la que realmente hay, y quizá más apocalíptica. Si bien sorprende, y en cierto modo alivia, que no haya un exceso de destrucción gratuita, la historia no termina de conectar del todo con la idea de trascendencia, irónicamente por hacer demasiado hincapié en ella, con lo que acabamos encontrando un guión algo hueco y forzado, que abría con un prólogo inesperado (¿Quiere usted crear un Dios?) pero cierra de una manera poco realista.  Aunque sea una película de ciencia-ficción, las reglas establecidas en este mundo son prácticamente las mismas que en nuestra sociedad hoy en día. La crítica y trasfondo de los peligros de la tecnología queda patente, pero no resulta coherente de manera alguna. Se echa de menos que un tema que es más de nivel global haya quedado encerrado en un espacio tan personal. La red de Internet está en todas partes y apenas si vemos los efectos que esta inteligencia artificial desencadena con su mera presencia en el mundo.

Y sin embargo, no es quizá el punto más flojo de la película. El debut de Pfister como director no empieza con buen pie, ya que le dieron unos actores 
bastante "masticados". Se destacaba especialmente como plato fuerte la presencia de Johnny Depp, por primera en años sin maquillaje que oculte su rostro, pero el sabor ha sido más bien algo agridulce. Un rostro más bien plano, sin mucho que decir fuera del mundo virtual y menos todavía dentro de él. Evidentemente es un tratado correcto dado que las máquinas no pueden expresar sentimientos ni reacciones propiamente humanas. Pero la elección de Depp para ello no resulta novedosa, ya que es una persona/actor caracterizado por sus silencios y miradas profundas en un rostro más bien impenetrable. Perfecto para este papel, pero sin que parezca haber mucho trabajo para Pfister. Y tampoco es que Rebeca Hall sea una actriz plana, pero su presencia tampoco resulta especialmente destacable, más por el guión que por la mano de Pfister, sin que la conexión entre ambos termine de cuajar. De Morgan Freeman sin comentarios. Ese hombre está en todo.

Quizá Pfister deba admitir que lo suyo es la dirección de fotografía, que en esta película estaba a cargo de Jess Hall, un tanto desconocido pero que en relación al trabajo de esta película ha demostrado estar a la altura. No añade alardes, aunque su amor por los planos detalle de la naturaleza, y especialmente del agua , llaman bastante la atención. 

Ahora bien, y lanzando una moneda por Pfister. Con el elenco escogido para la película apenas parece haber algo que añadir. Son lo que se dice "actores perfectos para el papel". Y a anécdotas de teatro me remito: cuando te dan un actor así, una de dos: o no has querido trabajarlo o te han dicho que mejor ni lo toques, que él ya se las arregla. Antes de decidir si la dirección no es lo suyo, sería bueno verle al frente de alguna película menos comercial, que suelen ser más para ganarse las lentejas y comer palomitas.


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