El verano suele ser una época de vacas flacas para las majors del cine. No lo digo yo, sino las carteleras de estreno que se publican. Película palomiteras que prometen una buena dosis de adrenalina para desconectar el resto del resto del año, con objetivo de sumar recaudación para las apuestas fuertes de los meses fríos antes de los Óscar. Evidentemente hay excepciones que se cuelan y, en caso de encontrarlas, resultan una delicia y disfrute. Si no, siempre nos quedará Internet.
Hablemos de una de esas películas palomiteras: Trascendence. Esta corre a cargo de la Warner Bros Pictures, que junto a Godzilla (que consiguió desbancar hace un mes a Ocho Apellidos Vascos el liderazgo de taquilla) y al próximo estreno de Transformers 4: Age of extinction, es la apuesta palomitera del verano. Todo un despliegue de efectos especiales, marca de la casa Warner, en sus películas, que no iba a ser menos en este caso. Y menos aún cuando el director con el ojo tras la cámara es Wally Pfister, el inseparable director de fotografía de Christhoper Nolan, que ya venía sorprendiendo con la trilogía de Batman, Origen y el mágnifico The Prestige (El
truco final). Los efectos especiales eran obligados, y más con una
historia acerca de la investigación de un científico sobre la
Inteligencia Artificial y el fenómeno de Trascendencia.

Y sin embargo, no es quizá el punto más flojo de la película. El debut de Pfister como director no empieza con buen pie, ya que le dieron unos actores

Quizá Pfister deba admitir que lo suyo es la dirección de fotografía, que en esta película estaba a cargo de Jess Hall, un tanto desconocido pero que en relación al trabajo de esta película ha demostrado estar a la altura. No añade alardes, aunque su amor por los planos detalle de la naturaleza, y especialmente del agua , llaman bastante la atención.
Ahora bien, y lanzando una moneda por Pfister. Con el elenco escogido para la película apenas parece haber algo que añadir. Son lo que se dice "actores perfectos para el papel". Y a anécdotas de teatro me remito: cuando te dan un actor así, una de dos: o no has querido trabajarlo o te han dicho que mejor ni lo toques, que él ya se las arregla. Antes de decidir si la dirección no es lo suyo, sería bueno verle al frente de alguna película menos comercial, que suelen ser más para ganarse las lentejas y comer palomitas.
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